ARTE: MONASTERIO DE GUADALUPE Y MUSEO ROMANO DE MÉRIDA

MONASTERIO DE GUADALUPE
 
El Monasterio de Guadalupe (Nuestra Señora de Guadalupe) es una de las obras cumbres del gótico mudéjar no sólo en Extremadura sino de toda España. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en el año 1993. El conjunto del monasterio es un impresionante laberinto de 22.000 metros cuadrados, de edificaciones del mejor arte.
 
Además del propio templo gótico, cuenta con un claustro también gótico y dos de estilo mudéjar. Existen varias capillas, el pabellón de la antigua librería, los templetes con sus fuentes, el auditorio y su famosa sacristía. No hay que olvidar que el conjunto del Monasterio de Guadalupe también alberga nada menos que tres museos (bordados, cantorales miniados y pinturas y esculturas antiguas).
 
El origen del monasterio hay que buscarlo en el siglo XIV, ya que tras la batalla del Salado contra benimerines y granadinos, Alfonso XI ordena la construcción de una fortaleza con una iglesia adosada. La iglesia debió construirse a finales del siglo XIV y debió estar terminada en los primeros años del siglo XV.
 
 
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MUSEO ROMANO DE MÉRIDA
 
Los precedentes del Museo Nacional de Arte Romano se remontan al siglo XVI, cuando don Fernando de Vera y Vargas, señor don Tello y Sierra Brava, comenzó a formar una importante colección epigráfica en su palacio. En 1724 se reunieron, a iniciativa del Ayuntamiento, a la entrada por el puente al Conventual o Alcazaba varios mármoles antiguos descubiertos en la ciudad. Este mismo siglo XVIII ve formarse otra colección, la denominada “Jardín de Antigüedades” en el Convento Jesús de Nazareno (hoy Parador Nacional de Turismo), bajo la atenta supervisión de dos eruditos de la época: Agustín Francisco Forner y Segarra, y el padre Domingo de Nuestra Señora.
 
Como consecuencia de la Desamortización del Estado, consciente de la importancia arqueológica de la ciudad, cede en 1838 para museo la Iglesia del convento de Santa Clara, donde se instalan, por fin, las series emeritenses.
 
Posteriormente, bajo la dirección del catedrático de Arqueología de Madrid, José Ramón Mélida, y del erudito arqueólogo local Maximiliano Macías, comienzan las excavaciones sistemáticas en el conjunto monumental emeritense (teatro, anfiteatro, circo, necrópolis, casas, etc.), que se desarrollan entre 1910 y 1936.
 
La idea de crear un museo dedicado exclusivamente al arte y la cultura romana en Mérida era acertada, ya que el yacimiento emeritense a través de sus restos monumentales y de las piezas de su museo nos acerca al proceso de romanización en Hispania en todas sus facetas. Por otra parte, la relevancia de sus colecciones adquiere una dimensión que excede el ámbito local y regional, y justifica su carácter de Museo Nacional.
 
No se dudó de la ubicación del nuevo museo. Nada mejor, según apreciación de su anterior director, José Álvarez Sáez de Buruaga, que situarlo contiguo al teatro, anfiteatro y casa del anfiteatro, que reciben un elevado número de visitantes al año, y donde la evocación de la romanidad en que nos envuelve este conjunto es excepcional. Además, las excavaciones necesarias antes de iniciar la nueva construcción, aportaría un importante contexto arqueológico que quedaría incorporado al museo.
 
En 1980 el proyecto del edificio fue encargado al arquitecto Rafael Moneo Vallés, quien lo llevó a cabo entre 1980 y 1985.