Los aedos y los rapsodas eran unos personajes que en
la antigua Grecia se dedicaban a difundir poemas épicos tanto de gestas bélicas
como podría ser La Ilíada, poemas menores como los pertenecientes al
ciclo Tebano y Troyano o también cosmogonías como la Titanomaquia, la
Gigantomaquia y la Cosmogonía.
El aedo, cantaba sus poemas con acompañamiento de un
instrumento de cuerda como podría ser la forminx. Los rapsodos, aparecen con la escritura, se dedicaban a ir de
ciudad en ciudad y transmitir unos poemas orales ya fijados. Recitaban con el
acompañamiento de un bastón con el que golpeaban el suelo para marcar el ritmo. Los juglares eran de origen humilde, cantaban y tocaban
algún instrumento en las calles, recitaban poemas o contaban cuentos que no
componían ellos mismos. Los juglares eran simplemente intérpretes. Algunos iban
y venían de pueblo en pueblo, otros formaban parte de la corte y hacían las
veces de bufones, y otros acompañaban a los trovadores en sus largos viajes en
sus visitas a la corte de los reyes. Los trovadores sí eran cantautores y
poetas, que creaban sus propias composiciones, y su función era la de difundir
noticias entre regiones distantes. Solían pertenecer a las clases sociales más
altas. Lo mismo que los rapsodos, los
trovadores no podían improvisar. Debían ajustar sus recitaciones a unas reglas
fijas y estrictas, y casi todos ellos habían sido formados en gramática, lógica
y retórica, y en aritmética, geometría, música y poesía. Los temas que tocaban
podían ser amorosos, políticos, morales, literarios, militares, etc.
En la actualidad la tradición trovadoresca continúa
entre aquellos cantantes que son también
poetas, o poetas que son cantantes.