Las actualización del diccionario de la Real Academia de la lengua Española
(RAE) siempre da de qué hablar. RAE publica las palabras que ha decidido incluir en ese diccionario que los
hispanohablantes tanto consultamos: www.rae.es es consultada en promedio más de
2 millones de veces diarias.
Al que practica el deporte del béisbol, ya lo podemos llamar, oficialmente,
beisbolero. Y aquel que está al frente de dos ministerios es un
biministro.
Ya estamos de acuerdo: esa persona que escribe y publica en internet
"contenidos de su interés" a diario es un bloguero, y no un
bloggero, o un blogger. El bloguero puede que chatée, porque
chatear es, también, una palabra del diccionario.
El citricultor –que tal vez necesite la ayuda de un
gruista para que le maneje la grúa– es el hombre o la mujer que
se dedica a la citricultura, que es las técnica agronómica que trata los
cítricos.
Otra discusión en la que ya podemos estar de acuerdo: se escribe
okupa, y no ocupa, el adjetivo que describe al perteneciente del
movimiento que "propugna la ocupación de viviendas no habitadas".
El pepero pertenece al partido político español Partido
Popular y el sociata, al socialista.
La palabra USB ya es parte del idioma español.
Para empezar, espanglish ya es una palabra en español:
"Modalidad del habla de algunos grupos hispanos de los Estados Unidos, en la que
se mezclan, deformándolos, elementos léxicos y gramaticales del español y del
inglés".
Parte del espanglish es friki, que viene de freak,
y quiere decir "extravagante, raro o excéntrico".
El SMS, que es la abreviación de Short Message
Service, es un "servicio de telefonía que permite enviar y recibir mensajes
que se escriben en la pantalla de un teléfono móvil". Y la USB,
que en inglés es Universal Serial Bus, es una "toma de conexión
universal de uso frecuente en las computadoras".
Pero el inglés no es el único idioma que nos ha dado nuevas palabras:
sushi, que viene del japonés, es ahora una palabra en español,
y significa "comida típica japonesa que se hace con pescado crudo y arroz
envueltos en hojas de algas".
Hay palabras que son producto de procesos políticos o culturales en la
historia que es necesario definir o actualizar.
La palabra que copó todas las portadas del viernes, de hecho, fue
matrimonio, que por primera vez incluyó en su definición un
matiz: "En determinadas legislaciones, unión de dos personas del mismo sexo,
concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y
mantener una comunidad de vida e intereses".
Y una palabra que bien podría ser producto de su tiempo, el actual, es
euroescepticismo: a saber, "desconfianza hacia los proyectos
políticos de la Unión Europea".
Panarabismo es el movimiento que fomenta la unidad y las
relaciones entre países árabes. E inculturación es el "proceso
de integración de un individuo o de un grupo, en la cultura y en la sociedad con
las que entra en contacto".
Y por último hay palabras que no suenan muy comunes.
Canalillo es el "comienzo de la concavidad que separa los
pechos de la mujer tal como se muestra desde el escote".
Culamen es un sinónimo de culo, o de las nalgas.
Emplatar es colocar la comida en el plato de cada comensal
antes de presentarlo en la mesa. Es poner en el plato.
Los gayumbos son los mismos calzoncillos.
Y gracieta es dicho de algo que es divertido.