En su origen, los corrales de comedias eran patios interiores de casas, en los que se había levantado un tablado y cuyos espacios se aprovechaban para alojar al público. Las representaciones se hacían de día. La sala carecía de techo y sólo un toldo protegía del sol. El escenario disponía de cortinas en su fondo que ocultaban los vestuarios. La ausencia de telón condicionó la representación: había que recurrir a otros procedimientos para avisar a la audiencia de que comenzaba la representación: ruido inicial, música...
El escenario presentaba tres niveles utilizables durante la representación: al fondo, arriba, se situaba un balcón al que asomaban personajes que simulaban estar en el de una casa; en segundo lugar estaba el tablado, en el que se desarrollaba normalmente la acción; por último, el foso del que salían, a través de escotillones o trampillas, los actores que encarnaban a Satanás o a otras criaturas infernales.
Las habitaciones de las casas (aposentos) que daban al patio estaban destinadas a las gentes principales. Los desvanes y las tertulias eran los aposentos más altos, situados inmediatamente debajo del tejado, y estaban reservados muchas veces a los religiosos y a los nobles. Estos personajes podían ver la comedia sin ser vistos a través de celosías.
El público más modesto se situaba en el patio central y veía el espectáculo de pie o sentado en unas gradas que se levantaban a los lados del patio. Allí se situaban los mosqueteros, que, con sus capas y espadas y sus silbidos o aplausos levantaban o hundían la comedia.
Frente al escenario se situaba la cazuela, en el que se sentaban las mujeres del pueblo, quienes accedían al local por una puerta especial o por las casas vecinas, para no encontrarse con los hombres.
A veces había inmediatamente al lado del escenario un lugar separado del resto de la sala, llamado media luna, donde se sentaban otros espectadores
La alojería era el lugar en donde el público compraba tentempiés (comida y bebida) y los alojeros despachaban la aloja o hidromiel (bebida hecha de agua, miel y hierbas aromáticas que, a veces se mezclaba con vino).
Pronto se construirían los primeros
corrales/teatros permanentes. Estos primeros edificios de nueva planta -el de
la Cruz (1574)
y el del Príncipe (1582)-
mantienen la misma estructura que los corrales aunque ya no son patios de
vecinos sino edificios
levantados para ser teatros. En ellos se representarán obras y parte de
los beneficios que se obtengan serán destinados a obras de caridad, al mantenimientos
de hospitales, por ejemplo. Este carácter benéfico no libró al teatro de las
iras de la misma Iglesia. Estos modestos teatros tienen la misma estructura que
los corrales de comedias originales.